jueves, 25 de octubre de 2012

LA ESTRUCTURA BÁSICA DEL CORÁN

El Corán forma su complejidad interna con cinco elementos:


1. SUKUT: Silencio. El Corán sale del silencio y regresa al silencio. Es un Libro recitado. Una Lectura. Es dinámico y, por lo tanto, procede de su opuesto: la quietud. La existencia es pintada como poseedora de tres reinos. Más exactamente, se diría que hay dos reinos y que están divididos por un barzaj, un espacio intermedio, que los separa. Podríamos decir, por lo tanto, que la existencia es: mulk/malakut. Reino visible/reino invisible o rama/raíz. El barzaj que hace posible que se pueda distinguir un reino del otro es el Sabarut, el reino del poder, la zona de las luces. Las luces se derraman sobre ambos reinos, pero la división que existe entre los dos ha sido establecida como la realidad fundamental de la existencia. Sólo cuando estos dos opuestos se encuentran en una igualdad central se produce, en el ámbito de la percepción, la aniquilación del centro experimentador. Si los opuestos se encuentran en una misma extasis son aniquilados; es decir que, si lo externo y lo interno chocan en el punto medio, no hay ni interior ni exterior; y lo mismo ocurre con todos los opuestos.
De modo que el silencio es tanto la vacuidad continua de la que salen palabras y letras, como la zona dentro de la que el sonido resuena y a la que los sonidos regresan. Es el espacio dentro del que el tiempo de las letras se manifiesta. O también podría decirse igualmente que es el tiempo en el que el espacio de las letras se manifiesta. El silencio 'dura', pero también 'se difunde'.

2. HURUF: Letras. En árabe, la raíz de la palabra significa: filo de la espada. También significa: límite, borde, a punto de. Las letras son acciones. Las letras hacen cortes en la quietud indiferente. Son los primeros signos indicadores del discernimiento. Son filos, límites, bordes. Delinean. Componen formas. Son, por consiguiente, medios para una puesta en clave profunda de todas las formas, tanto las animadas como las inanimadas. La capacidad de la letra es un vasto depósito procedente de una fuente básicamente limitada. La coordinación entre estos elementos limitados y el proceso de creación es la base de las cosmologías islámicas. Más adelante descubriremos que todo el proceso de creación en sí mismo no es sino significados en clave; y que el desciframiento de significados no es una suma a la creación, sino sencillamente una articulación, una expresión, de las realidades de la creación. Es de una extrema ignorancia imaginarse que el hombre 'descubre' algo o que pone al desnudo secretos o que solventa misterios. No existen más que la ignorancia y el conocimiento. Los conocimientos reciben expresión. La garganta, junto con la caja bucal: boca, lengua, paladar y dientes, es el órgano del habla. El universo es la separación del hombre. Él es recogimiento, asociación. De manera que cuando él 'declara' las realidades de la creación, simplemente da voz, por medio de una serie de configuraciones de significados (que es lo que llamamos habla), a las realidades distintas. El hombre ha sido hecho para esto; la voz que habla únicamente dice esto; y toda ella es alabanza del Creador de este cosmos, uno y unificado. Las letras del habla no son más que las letras creativas de diferenciación en elementos básicos y organismos.

3. KALAM: Palabras. Deriva de una raíz que indica habla, importancia, autoridad, ascendencia; y su significado esencial es herir, cortar o dar un tajo.
Aquí podemos ver la asombrosa relación que existe entre el carácter del árabe y la expresión coránica. El Corán no 'fue hecho con el árabe', sino que más bien el árabe fue hecho para el Corán. Está configurado precisamente para contener el Mensaje y es el vehículo perfecto para el Mensaje. Hemos llegado ya, poniendo letra y palabra en interacción dinámica, a una configuración de definiciones significativa. Las letras son la hoja de la espada y, con ella, las palabras cortan. Este 'corte' es la intervención de la discriminación, la incisión causada por ella. Es el acto mismo de separación. Es el instrumento que el centro experimentador del yo utiliza para separar y luego dominar, controlar y ascender por encima del terreno de la existencia. Las palabras separan, el silencio une. En el mismo sentido, Sidi 'Ah al-Yamal señala que muchas palabras pueden ser recogidas en una sola y que una palabra puede ser dividida en muchas otras".
Las palabras en árabe se dividen básicamente en tres funciones y, también, están construidas según un principio de tres letras. Las tres funciones son:
1. Nombre.
2. Verbo.
3. Preposición.
El vocabulario del Corán es una ciencia en sí mismo. Por el momento basta saber que hay una tensión básica subyacente de opuestos que forma el punto-contrapunto de la textura sobre la que está asentada la gran enseñanza espiritual de la Unidad. Estos son algunos de sus vocablos clave:
dunya / ajira .......................................................este mundo / el otro
nar / jannah........................................................ fuego / jardín
mashriq / magrib................................................. este / oeste
kufr / iman......................................................... rechazo / aceptación
dulm / nur.......................................................... oscuridad / luz
yahl / hilm.......................................................... ignorancia / serenidad
'ard / samauat..................................................... tierra / cielos
kafaru / amanu................................................... los que rechazan / los que aceptan

4. ALEYAS: Palabras. Podría decirse que el salto cualitativo de palabra a signo es mayor que el de letra a palabra, sin embargo, no hay que olvidar que 'la comprensión' del significado del signo se asimila más fácilmente que la conciencia del significado de las letras en cuanto tales. La llegada del Corán produce, para los hombres y las mujeres civilizados, un desplazamiento categórico de la supremacía del número como sistema de base-unidad. En verdad, el número pasa a ser considerado directa y constantemente como magia; magia manipulativa. El lenguaje es el garante de la autonomía humana, el punto de partida de la especie adánica, la vía para el conocimiento del yo/cosmos. Es más, el Corán, por su carácter -la Recitación- coloca la lengua hablada por encima de la lengua escrita. El célebre -esto es, para la clase sacerdotal de los 'ulama,- hadiz del Mensajero: 'Somos una comunidad iletrada; no escribimos y no calculamos,' no es un rechazo obstinado del conocimiento, sino que es, mucho más profundamente, una sabia confirmación de la clave de la sabiduría que está más bien engarzada en el acto del habla articulada que en todos los demás sistemas de consignación estáticos; tanto utilicen una u otra forma de lenguaje: el lenguaje biológico y primario de la experiencia o el lenguaje abstracto y secundario del número y del símbolo. Dicho sea de paso, no debe pensarse nunca que el número es un sistema cerebral y menos asociativo que la letra, puesto que el número mismo está basado en la naturaleza y depende de la naturaleza.
Desde nuestro punto de vista, podríamos decir incluso que el número, como sistema, es más simiesco que humano. Los sistemas de base decimal pueden ser vistos simplemente como poetizaciones de nuestro descubrimiento de los dedos de las manos y de los pies. Y desde luego, podría considerarse que los sistemas binarios modernos son una regresión de la conciencia a la función de
dos-miembros. Se produce una cierta agitación social en las sociedades decimales; sólo ahora comenzamos a percatarnos de la existencia de un claro abandono autístico en los grupos de sistema binario de las sociedades tecnológicas.
Con el salto de palabra a aleya, pasamos al reino de la sintaxis y de la formulación gramatical. La fascinación que les produce este crecimiento de la letra limitada (hasta la estructura oracional en apariencia ilimitada) ha dejado a los lingüistas kuffar reducidos a sus lamentables árboles de diagramas y a sus inútiles intentos de someter la lengua hablada a las disciplinas lógicas. Una vez más, la naturaleza existencial de la aleya ha sido ciegamente ignorada. Así como en su momento vimos todo el alfabeto al descubierto en la cartografía de la garganta y de los órganos vocales, también descubrimos, al examinar los signos, nada menos que la clave de la misma cognición; desde el más simple acto de descifrar hasta el encuentro gnóstico con el Real.

5. SURAS: Formas. Estas son unidades amplias de un mismo contenido temático. Hay 114 suras, o bien 113, que comienzan con el 'Bismillah'.
l último elemento estructural del Corán es la Sura. Es por consiguiente el modo más amplio y final de experiencia, antes de que podamos poner nuestra vista sobre el Libro en su conjunto. Es por lo tanto el más complejo y de mayor grado de significación de todos. Cada sura es en sí misma una unidad completa de significación, un organismo completo. La palabra sura significa forma. La última fase de intelección que está a nuestro alcance es por lo tanto el conocimiento de las formas; lo que viene después es la totalidad, el Libro manifiesto, el cual a su vez presupone y apunta hacia el Libro oculto, la 'Madre del Libro.' El Mensaje que procede del Real.
Ahora bien, las suras se dividen claramente en dos series. Tan importante es este agrupamiento para nosotros que ya las primeras comunidades incorporaron la división en el texto escrito. Así pues encontramos, al comienzo de cada sura, el nombre de la sura seguido de una de las dos series: sura de Meca o sura de Medina. Esto nos permite decir que: cada sura tiene un nombre y cada sura es de Meca o de Medina. Podemos señalar aquí la gran importancia que se da a la letra M mim en el Islam; puesto que de ella procede el Mensajero Muhammad, que Allah le bendiga y le dé paz; y también proceden Meca, donde está la Casa de Allah; Medina, la morada de la primera comunidad del Islam, así como muslim, mu'min y muhsin. Shaij al Akbar apunta con respecto a la letra mim: su punto de articulación se halla entre los labios. Su elemento es tierra. Su número, el 44. Su zona, el Visto, el Mulk, el yabarut Su poder, el hombre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario